sábado, septiembre 08, 2007

China-free!

Hace unas semanas, la prensa internacional se hacía eco de lo que empezaba a convertirse en un principio de "guerra sucia" comercial. Tras la retirada de más de 20 millones de juguetes fabricados en China por la multinacional estadounidense Mattel (alegando altos niveles de plomo en los productos), el gobierno chino ha decidido politizar el tema mediante el bloqueo de las sopas estadounidenses Campbell's (alegando ahora ellos un exceso de aluminio).

¿Cuál fue esta vez la respuesta de unos Estados Unidos con unos altos niveles de autoestima? Una acusación a gran escala de miles de productos chinos defectuosos, centrándose sobretodo en las piezas de recambio y con poco valor añadido. Una crítica directa contra el "made in china" que a tantos ha dado de comer en Occidente durante estos últimos años. Podéis ya intuir el peligro que esto entraña, dada la situación económica mundial (tipo de cambio estadounidense y su alto endeudamiento, crecimiento de doble dígito de la economía china, procesos de descentralización de las multinacionales, etc.). Ya en uno de los posts pasados, os comentaba la amenaza que consistía algo de este calado en China para la multinacional con más trabajadores del mundo, Wal-Mart. Os podéis imaginar que los millones de artículos de Wal-Mart fabricados en China ahora dejan de comprarse, o que al menos, deben pasar por unas más costosas medidas de inspección de calidad. Efectos colaterales, diría Bush. Me pregunto que pensaría Sam Walton si se despertara...

Pero bueno, como eso de los aranceles y las restricciones al comercio no tienen muy buena fama en el S. XXI, EE.UU. debía inventarse métodos para hacer que la gente desconfiara de los productos fabricados en China (y ya de paso a ver si su economía se ralentizaba lo suficiente para que la estadounidense se recuperara del varapalo financiero de los hedge funds y los fondos de cotización inmobiliarios). Y, ¿qué formas hay de frenar el comercio de forma "educada" o al menos legal? La más conocida es la del boycott; en ese escenario ya se han instalado algunos sectores e incluso regiones como la del Tíbet, que aprovecha para demonizar mediante una página web www.boycottmadeinchina.org los productos fabricados en la república de la que depende. Pero EE.UU. ha utilizado sus conocimientos en Marketing para hacer ese boycott de una forma más creativa. Leía esta semana en la revista TIME la creación de un nuevo adjetivo para utilizar en los productos alimenticios que no provienen de China. De este modo, y como pionera, una empresa estadounidense llamada "Food for Health International" ha decidido etiquetar todos sus productos con un logotipo en el que se lee "China-Free" y sigue: "Estos productos no te harán poner enfermo ni te transmitirán contaminantes dañinos como la melamina".

En fin, posiblemente se está yendo muy lejos. Sea como fuere que acabe esta historia, y a falta de ver nuevas ideas para vilipendiar los productos de la gran República Asiática, si algo está claro es que a mis hijos les tendré que acabar apuntando a mandarín si quieren tener un papel activo en el panorama empresarial del día de mañana.